Junto con Rimbaud, Verlaine y Mallarmé, Charles Pierre Baudelaire forma la cima de la
poesía francesa del XIX y también de los llamados "poetas malditos", por su vocación
rebelde y sus maneras escandalosas al margen de la sociedad.
Barbey d'Aurevilly, periodista francés, dijo de él que fue el Dante de una época decadente.
Le influyeron muchísimo Théophile Gautier (a quien dedicó Las flores del mal: "Al poeta impecable, al perfecto mago de las letras francesas, a mi muy querido y muy venerado maestro y amigo Th. Gautier, con los
sentimientos de la más profunda humildad dedico estas flores malsanas") y, sobre todo, Edgar
Allan Poe, a quien tradujo.
Las flores del mal, de Baudelaire, es uno de los libros de poesía más importantes de la
cultura occidental y no ha dejado de ser publicado, estudiado y declamado desde su aparición.
En España, Gómez de la Serna, González Ruano, Gil de Biedma, Cernuda, Félix de Azúa, Luis
Antonio de Villena... han traducido, leído, admirado al autor francés.
Las flores del mal (título original en francés: Les Fleurs du mal) es una colección de poemas de Charles Baudelaire. Considerada la obra máxima de su autor, abarca casi la totalidad de su producción poética desde 1840 hasta la fecha de su primera publicación.
La primera edición constó de 1.300 ejemplares y se llevó a cabo el 23 de junio de1857. La segunda edición de 1861 elimina los poemas censurados, pero añade 30 nuevos. La edición definitiva será póstuma, en 1868 y, si bien no incluye los poemas prohibidos, añade algunos más. En esta versión consta de 151 poemas. La censura que recayó sobre algunos de sus poemas no será levantada en Francia hasta 1949.
Abel y Cain | |
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El albatros | |
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Tristezas de la luna | |
Cual si fuera una bella hundida entre cojines Que acaricia con mano discreta y ligerísima, Antes de adormecerse, el contorno del seno. Sobre el dorso de seda de deslizantes nubes, Moribunda, se entrega a prolongados éxtasis, Y pasea su mirada sobre visiones blancas, Que ascienden al azul igual que floraciones. Cuando sobre este globo, con languidez ociosa, Ella deja rodar una furtiva lágrima, Un piadoso poeta, enemigo del sueño, De su mano en el hueco, coge la fría gota como un fragmento de ópalo de irisados reflejos. Y la guarda en su pecho, lejos del sol voraz. |
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Remordimiento póstumo | |
Cuando tú duermas, mi bella tenebrosa,
En el fondo de un mausoleo construido en mármol negro,
Y cuando no tengas por alcoba y morada
Más que una bóveda lluviosa y una fosa vacía;
Cuando la piedra, oprimiendo tu pecho miedosa
Y tus caderas que atemperaba un deleitoso abandono,
Impida a tu corazón latir y querer,
Y a tus pies correr su carrera aventurera,
La tumba, confidente de mi ensueño infinito
(Porque la tumba siempre interpretará al poeta),
Durante esas interminables noches del las que el sueño está proscrito,
Te dirá: "¿De qué te sirve, cortesana imperfecta,
No haber conocido lo que lloran los muertos?"
—Y el gusano te roerá como un remordimiento.
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